29 julio 2010

Quizás...


Quizás tu recuerdo, como esta lluvia, haya dejado marcas invisibles esparcidas sobre el cristal del desasosiego; como las huellas de tus dedos, que siguen impresas en el marco de la puerta y fueron algo más de lo que olvidaste al marcharte de esta casa donde el aire todavía huele a ti. Quizás tu mirada, como esta lluvia, se deslize y se pierda para siempre entre las rendijas de la razón que, como cualquier cloaca, hace el trabajo sucio para que todo lo demás quede definitivamente limpio. Quizás mis besos, como esta lluvia, mojen otros labios y esos otros los reciban como la tierra árida absorbe el agua que le regala amablemente el cielo y permite que cualquier desierto vuelva a florecer. Quizás mi cuerpo, como esta lluvia, recorra un río sin delta, al que sus afluentes hacen cosquillas en el costado de su orilla derecha para hacerle desbordar carcajadas como tú conseguiste alguna que otra vez. Quizás el tiempo, como esta lluvia, refresque mis pensamientos y ya no te imagine cada mañana tumbado en el lado izquierdo de la cama ni espere que el espejo me devuelva tu sonrisa cuando lavo mi cara y me pregunto que estarás haciendo ahora. Quizás mis sueños, como esta lluvia, hagan tronar otras palabras en mi cabeza y cualesquiera de las letras del abecedario escriban por fin otro nombre sobre el papel en blanco de la ilusión. Quizás mi corazón, como esta lluvia, consiga limpiar todos los rincones donde aún se dibuja tu silueta y, después de una tormenta que ya dura demasiado, vuelva a vestirme la calma y brille de nuevo el sol.

Quizás... Quizás mañana también llueva.