29 septiembre 2006

Diga 33...

Repetía una neurona traviesa de mi cerebro al despertarme esta mañana... Diga 33... Mientras desvestía mis ojos de sueño e intentaba disfrazar con una sonrisa mi boca, el eco traicionero de la doctorada frasecita retumbaba constantemente en un hueco de mi inconsciente consciencia. Diga 33... Como si de un código binario de treses se tratase la "parejita de numeritos" me ha acompañado hasta el trabajo sin atreverme a pronunciarles: treinta... treinta i... tr... tr... tres!

Diagnóstico: ...

Sí, hoy cumplí TREINTA I TRES años... y por dios ke me ha costado asumirlo!

Una llega a los treinta como de rebote «¡ay va! ¿de dónde narices ha salido ese tres?». Y, bueno, hasta te hace gracia eso de desacerte del primer patito. «Los treinta son la mejor edad para la mujer», te dicen algunos (generalmente suelen ser aquéllos que ya los han pasado y andan lamentándose de temido cuatro que precede a la cuarentena)... y te lo crees, repites la frasecita diez veces en tu cabeza y te lo crees, e incluso te hace ilusión, «Ya soy una treintañera, yupiiiiiiii».
Luego llegan los treinta i uno, valeeeee. Los treinta i dos, bueeeeeno. Los treinta... treinta i... tr... tr... tres! Lo siento, es que se me hace más difícil de pronunciar que el dichoso trabalenguas ese de los tigres (que casualmente eran tres, y tristes, por algo será).
Que sí, que el 33,333333333333... ya es un tercio de siglo!

Empecé el día bastante apática, sin ilusión, pensativa, ausente... «¿Dónde vas tan sola y tan tarde?, que olvidé los detalles, porque voy "cerrá" solita por la calle», que diría Pastora... Si a esto añadimos la semanita que me he "pegao", tras el "último jueves", no el ayer sino el pasado, cuando renuncié a las dos cosas (una cosa y un él) que habían dado luz a mi vida últimamente... Suma y sigue. Ha sido un día duro, difícil por las circunstancias... Pero el curso de las horas me ha hecho cambiar de idea (y de chip... bip bip, probando), gracias a la gente que tengo alrededor, la que m'estimo, unos más cerquita y otros que siento cercanos. Un mail... Un mensaje... Una llamada... Un saludo... Una canción... Dos besos... Una sonrisa... Un abrazo... Una buena compañía para comer... Un "te acompaño"... Una pequeña ilusión... Un guiño... Dos porqués... TRES...

Al final del día una se da cuenta de lo que realmente importa, lo que ya sabía, lo que no cambia por más años que se carguen a las espaldas, lo que los sueños rotos no pueden borrar... soy afortunada!

Diga 33... Sí, ahora lo puedo pronunciar con claridad... haciendo hincapié en las vocales, magnificando esas dos erres y con la sonrisa desafiando a mis mejillas... TREINTA I TRES!!!


«Basta! ... sólo una razón, una emoción, sólo algo que yo pueda interpretar, acariciar, con el tacto de mis manos... hablo de todo lo que nunca desciframos... por eso ¡sigue! ¡vive! si no sabes que decir di: ¡lerirerirerirerara!»

[ Lerire - Tiza ]



Te lo cuento con música: Rompecabezas - Aterciopelados


Estado: cumpliendoaños / Resultado: 33

28 septiembre 2006

Hay miradas que no se olvidan...


Olvídame... esta zamba te lo pide...
Te pide mi corazón que no me olvides, que no me olvides.

Deja el recuerdo caer como un fruto por su peso.
Yo sé bien que no hay olvido que pueda más que tus besos.

Yo digo que el tiempo borra la huella de una mirada,
mi zamba dice: no hay huella que dure más en el alma.



[ Zamba del olvido - Jorge Drexler ]

22 septiembre 2006

Fin...


Todo comienzo tiene su final... Y todo lo que empieza, acaba.
Hay finales eternos, de esos que siempre vuelven al principio, como el cuento aquél que se cae por un agujero; son esos the end que no consiguen cruzar la línea del horizonte para decidir su destino y al acercarse a esa recta transversal imaginaria, donde convergen todas las posibilidades, giran temerosos marcha atrás.
La conciencia previsible del "se acabó" duele y corroe el alma de quien siempre quiso una continuidad mejor, aunque ésta no causa más dolor que el hecho perpetuado de no llegar a ninguna parte. Porque perderse por los recobecos de la inconciencia de lo evidente no provoca más que la indigestión de los pensamientos negativos en forma de "nudo estomacal", afianzando la sensación de volver a tropezar con la misma piedra y ese deja vu siempre deja un mal sabor de boca (de mente y de espíritu). La decisión creciente de tomar un nuevo rumbo es frágil frente a esos pequeños momentos de felicidad que el futuro inmediato convierte en vestigio oportuno de un ayer inconcluso. Y todo parece tan fácil a los ojos de los demás...
Cuando llega el temido final: el corazón palpita nervioso más rápido de lo normal, el cuerpo y el alma se encogen, no hay palabras pronunciadas, los ojos se abstraen del pequeño mundo que ahora los envuelve, asoma tímido el esperado (indeseado) gesto...
Giran los cinco dedos de una mano a derecha e izquierda... y sólo las miradas no saben decir adiós.

Como dice el poeta: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar... al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar».


Hoy estoy triste... mañana será otro día!




[ Promesas - Tiza ]

07 septiembre 2006

Capturando imágenes


He vuelto a retomar mi "vena artisticofotográfica"... este sábado pasado me lancé por las calles de Barcelona a robar imágenes al espacio, cual ladrón de guante blanco con un arma en forma de cámara digital. Dejé aparcada mi vieja réflex y le pedí prestada su Olimpus a mi hermano. Una compacta de 5 megapíxeles que para empezar no está mal... con el tiempo espero traerle una "hermana moderna" a la que tantos buenos momentos me ha ofrecido.
Hacía tiempo que no miraba la vida a través de un visor de esa manera (caso aparte merecen bodas, festejos y demás ocasiones en que he apretado el click últimamente) y ya casi no recordaba lo mucho que disfruto haciendo lo que más me gusta.
Así que he abierto un blog, a modo de almacen, para ir archivando todo aquello que capturo a través del objetivo traducido en píxeles.

Espero que os guste, podeis opinar (criticar, sentenciar, censurar...)

Es este ---> ALMACÉN DE MEGAPÍXELES




03 septiembre 2006

Paredes blancas...


Todo lo que necesitaba era una pared blanca... un lienzo donde dibujar todo aquello que realmente importaba. Miró al techo y a su izquierda, divisó cuatro grietas sobre una superficie envejecida y plagada de desconchones. No hacía falta mucho para remendar aquel destrozo que el tiempo pasado había causado y eliminar con destreza lo que estorbaba: un bote de masilla, una hoja de lijar y una buena espátula para empezar. Luego buscaría los colores... verdes, rojos, azules, amarillos, muchos colores... No tenía ni idea de cuál sería el resultado final después de vestirla de nada y hacer uso de los pinceles adecuados; tal vez sólo un garabato con pretensiones de graffiti improvisado o quizás un precioso paisaje que le hiciera transportarse más allá de aquél muro que ahora pretendía convertir en simple pared. Poseía las herramientas necesarias que utilizaría a modo de poderosas armas y un poco de energía guardada en un bolsillo. Respiró tres veces y se puso manos a la obra... éste que se le avecinaba iba a ser un duro trabajo, aunque no más difícil que cualquier otro anterior. Los cimientos estaban bien arraigados y aún resistían.


«Ayer entré en el hueco donde estás con una escabadora
para echarte de mi mundo y encerrarte donde no te pueda ver»


[ No eres mi perro - Nena Daconte ]



Te lo cuento con música: Pintando en el cielo - Carlos Chaouen


Estado: pintando / Resultado: mudanza