14 noviembre 2007

CONFORMISMO


Me niego a que esa palabra forme parte del vocabulario de mi vida. No acepto el conformismo como una parte esencial de lo que me rodea. No quiero conformarme... ni ser conformidad.
Se adaptarme a las circunstancias, pero siempre huyendo de la resignación y actuando según mis principios, que no son ni mejores ni peores que los de cualquiera, son simplemente los mios.

Hay dos tipos de personas a las que prefiero no tener muy cerca:

Los cobardes: en todos los sentidos; léanse también aquí a aquellos que consideran una proeza ocultar una sutil verdad o escudarse en una media mentira para que su vida sea un poco más "¿fácil?" y poder recibir la palmadita en la espalda o el abrazo de los que se mueven a su alrededor. Son aquellos que aparentan no tenerle miedo a nada, ni a nadie; los que pasan de puntillas por tu espalda y no son capaces de enfrentarse a su propio reflejo. Esos que suelen decir, mientras bajan los ojos hacia el suelo, la típica frase de «no te lo dije para no hacerte daño», ja! Quizás estoy esperando que usted diga eso que a usted le da tanto reparo decir... Quizás debiera usted haberlo dicho en el momento adecuado sin esperar a que otros le sacaran las castañas del fuego (o los webs del brasero, que, para el caso, sería más adecuado)... Quizás hasta me alegre darme cuenta que es usted el tipo de persona que nunca hubiera esperado que fuera. Prefiero a alguien miedica en mi vida, que a un cobardica cualquiera (aunque parecido, en mi diccionario particular no es lo mismo).

Los conformistas: en su sentido más amplio y, a la vez, concreto. Aquí podrían incluirse también a los primeros o incluso a aquellos que se "conforman" con la compañía de uno de estos. Esos que suelen decir, mientras levantan los hombros hacia la cabeza, la típica frase de «esto es lo que hay... la vida es así». Pues no, perdóneme usted, ni lo que hay es esto ni es así la vida. Si fuera un poco inteligente sabría que en la vida las cosas hay que ganárselas, que hay que luchar por lo que uno quiere, que hay que arriesgar... mojarse, oiga, mojarse. Mírese en ese espejo, observe lo que ve, y si la imagen que le devuelve a sus ojos no le gusta, actúe; no se quede ahí pasmado, pensando que «todo se arreglará», porque seguramente mañana (pasado y al otro) volverá a vislumbrar el mismo careto pidiéndole a gritos que cambie algo en su refleja existencia. No se tome la vida como un objetivo, sino como una sucesión de estos y, sobretodo, no renuncie usted jamás a sus principios.

Lo peor de todo es cuando ambos sujetos se concentran en una misma persona... Y encima tú le has dado la "palmadita en la espalda"... Y te sientes imbécil... Y es entonces cuando escribes un texto como este y piensas: «vale, quizás eres una persona un poco lela, y hasta tonta a veces, pero íntegra... íntegra e inconformista, que esta vida es tan corta, es tan suficientemente larga, como para ir resignándose a la primera» o aquello de «no se lo que quiero, pero se lo que no quiero».


(GRACIAS a ti por escucharme, como haces siempre que lo necesito; a ti por preguntarme, por tus "gestos"; a ti por desearme lo primero que he hecho esta mañana al levantarme, ha funcionado...)

3 Comments:

At 4:47 p. m., Anonymous Anónimo said...

me ha encantado leerte, pienso exactamente lo mismo.
Beso.

 
At 10:45 p. m., Blogger alter-ego said...

Chapeau!

 
At 10:05 p. m., Blogger libertad said...

Qué gusto encontrar a alguien que para variar pienses esto (valiente) y además lo diga así de bien y de claro (no conformista).
Demasiado cobarde y conformista han hecho que muchas cosas sean como son o como parecen ser.

De una inconformista
Un beso!

 

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