Tiempo...

Foto by Kiukara
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Era martes y vino a visitarla el tiempo. Otra vez... Con sus manecillas y su segundero. Tic Tac. Con sus números negros y rojos sobre un papel desgastado de hacer tachaduras. Cruces dibujadas con desgana y rotulador de color azul, con la ilusión puesta en el día siguiente, sin tachar, uno más y ya! Ahí estaba él, condescendiente, instalándose por enésima vez en su vida... «No te preocupes –le dijo– estoy de nuevo aquí para ayudarte». Genio conocedor de errores múltiples e historias sin determinar, le sonreía desde el rincón donde ella solía mirar con desesperanza. «Lo se, eres el sabio sabedor que sabe poner en orden todo lo que yo no soy capaz de saber. Dice la gente (y hasta algún proverbio) que sólo tú eres capaz de poner a cada cual en su sitio, que eres capaz de curar cualquier herida y abrir las puertas a nuevas y mejores ilusiones... A todo lo que está por venir».
Ay, tiempo... Que amenazas con tu devenir cada nueva mañana y arañas con tu paso cada nuevo día transformándolo en noche; que pasas de puntillas por la infancia y aceleras tus pisadas cada nuevo año por vivir; que conviertes al pasado en olvido, o en recuerdo, y disfrazas de incertidumbre al futuro. Tic Tac. Cirujano experto que no eres capaz de eliminar las arrugas de la piel que tú mismo provocas pero curas con maestría las que, a la vez, nos vamos provocando sin darnos cuenta en el corazón.
Ay, tiempo... Tiempo que pasas "al tiempo" que detienes cualquier posibilidad. Que como dijo Calderón de la Barca: «afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar»; y que como afirmó Chaplin: «el tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto». Tic Tac.