
Dice la ley de la naturaleza que en la vida lo único certero es la "muerte"... Y a veces una (¡presente!) se pregunta:
¿Qué narices vine yo ha hacer aquí? Pone oído, con la mano cóncava tras la oreja, y no escucha respuesta alguna. Así que "plancha" la susodicha sobre la almohada y empieza a darle vueltas al "tarro". Cierra los ojos y sonríe... Y se ríe.
Aaaaaah, es eso! Eres tan sólo un pequeño planeta en un inmenso universo que ríe. Echarle imaginación... o mejor, no echarle mucha... Vaya a verme alguien como un plutón cualquiera, con manos y patitas, riéndose a carcajada limpia (jaja, me estoy viendo... Perdón, prosigo... Ahora es cuando me voy por los cerros de Úbeda). Veréis, creo que hay algo común a todos los humanos, y eso es, sin duda, la "capacidad de reir" (que no de sonreir). Porque la risa es totalmente compatible con todos los momentos, es el alivio perfecto para todos los males y hasta se puede llorar riendo. Es lo más difícil de conseguir y, sin embargo, es fácil que se te escape hasta en las peores circunstancias. Te sorprende... Puedes compartirla sin temor a quedarte sin
stock; es más, si la compartes, seguramente adquieras más de la que das y es posible que te cueste frenarla. El "ataque de risa" (sin un motivo aparente y aún con dolor de abdominales asociado) es el mejor mensaje de tu cuerpo para indicarte que "estás vivo/a"... Y hasta hay quien se ríe de la muerte.
Pues sí... Vine a este mundo a reir... Y si no río, muero.