09 mayo 2008

De pisadas y tropezones


Paula observa su pie izquierdo. No le gusta su dedo gordo; es cuadrado, desgarbado y sobresale tres milímetros de su posición adecuada. Le duele. Se prohibe mentalmente volver a vestir sus plantas con esos recién estrenados zapatos. Han llegado demasiado lejos en su intención de calzar sus pasos y ahora el dedo gordo de su pie izquierdo luce un chichón rojizo, molesto y poco favorecedor. Y le duele. Nunca debió comprarlos. Ella prefiere caminar cómoda, con pisadas seguras, andar sin tener que calcular cada nuevo paso para evitar tropezarse con cualquier inoportuna piedra o escalón que pudiera cruzársele en el camino. Sin embargo, el día que los vio, se sintió atraída por ese par de plataformas con tacón que tenían toda la apariencia de acabar torciéndole un tobillo. No los necesitaba, pero estaban ahí, luciendo su oferta, seduciendo a su poco solvente tarjeta de crédito. ¿Qué podía hacer? Pasó en dos ocasiones por delante del escaparate de aquella tienda, pasó mirándolos de reojo conteniendo la intención de entrar a probárselos, y a la tercera... la vencida. Ahora era dueña de unos estupendos zapatos rojos asesinos de dedos gordos que, muy a su pesar, debía guardar para siempre en un cajón. Paula observa su pie izquierdo. Siente simpatía por su achichonado y malherido dedo gordo. Ya no le parece tan feo... Y le duele.

2 Comments:

At 10:55 p. m., Blogger Lola said...

Cuidado con ponerte los zapatos... vaya que te pongas a andar a pesar de los tacones.

¿Y si te los quitas y vas descalza?

Bier!

 
At 1:47 p. m., Blogger Kiukara said...

No, no... Ya no más ;-) Ahora ando descalza, más cómoda... andevaparar!

besiku lola

 

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