Un... Dos... Tres...

Fuera oscuridad en silencio... Dentro una bombilla encendida colgando del techo... Debajo un cuerpo desnudo estirado boca arriba sobre una cama fría. Nada en que soñar. Ha fijado la mirada durante cinco largos minutos y ha pestañeado cincuenta-i-siete veces. La luz le ciega, pero mantiene la vista sobre la bombilla. Puede controlar a sus pupilas y bajar los párpados cuando le venga en gana, cuando decida dejar de mirar, cuando el hecho de observar un objeto luminiscente suspendido del techo le parezca algo totalmente absurdo. Nadie más que ella puede hacerlo; eso da sentido a una simple gran parte de lo que es. Disfrutando de estas pequeñas secuencias de su vida es cuando se siente realmente libre... y tiene todo en que pensar. Se niega a dejar de ser y, sin embargo, le consume la incertidumbre de seguir siendo. Ahora contiene la respiración durante un minuto manteniendo los ojos en su postura inicial. Exhala el último oxígeno contenido en sus pulmones y vuelve a alimentarlos normalmente. Sonríe celebrando su triunfo... Eso también es capaz de controlarlo.